25 octubre 2010

Y tomo más pastillas para sobrevivir.

La ciudad en donde solo eres una pequeña hormiga pisoteada por otra. En donde eres solo una persona, no muy distinta a la que esta a tu lado.

Cuando estés solo, y la vida te haga sentir solitario
Siempre puedes ir
a la ciudad
Cuando tengas preocupaciones, todo el ruido y el apuro
parece ayudar, lo sé
a la ciudad
Tan sólo escucha la música del tráfico en la ciudad
Y quedarse en la vereda donde los carteles de neón son lindos
¿Cómo puedes perder?

Tú siempre puedes acompañarme a la ciudad.   (Downtown – Petula Clark)

Una masa para acá, una masa para allá, otro par de este lado.
Nadie esta fuera de esto.
Si eres gay, estas en una masa
Si eres puto entras en una
Si fumas, bienvenido.
Incluso si odias las masas, estas en una masa.
¿Por qué? Porque querido, no hay nadie excepcional. Nadie es muy diferente, no te creas único. Si al fin y al cabo todos vamos donde mismo.

Normalmente uno busca desaparecer de la ciudad, pero la ciudad no tiene nada de malo, es la gente, pero no cualquier gente, no aquella que esta al lado en la micro o en el metro son las personas que realmente importan, esas personas son aquellas que te causan más daño.
¿Cómo encontrar escapatoria a eso?
Como reír cuando solo quieres llorar; como correr si vives con el miedo de caer; como miras al frente si la vergüenza te come la mirada.
Bueno, yo sé como.

Un día de locos, viendo la gente pasar me hace querer volver, descansar.
Echarme en mi cama a pensar, soñar y hasta creer que puedo ser feliz
Llego y no hay nada muy interesante, me siento mal, creo que se murió el animo de volver, de ver las caras, de que me reten, de sentirme de nuevo mal.

Hoy es sábado y habíamos planeado esto hace mucho tiempo atrás. Un momento digno de de vivirlo con aquellas muchachas.
Llego al metro, lo habitual. Saludo a la gente, me quedo por ahí fumando, hablo mientras pasa la hora lentamente.
Al cabo de una hora o sus cuarenta minutos todos ya se fueron , quedamos solo las precisas, las justas y necesarias.
Me juntare con la Mandi, la Mary y la Ana (su nombre completo Anaís, pero es una lata escribirlo… pues completo)
Entonces de ahí nuestro viaje empezó, por lugares que no conocía y sé que nunca más ire.
Cruzamos una pasarela (un puente, no recordaba su nombre) y de un puro viaje llegamos al otro lado de Santiago. En serio, no sabia donde estaba.

Nos instalamos por ahí, bajo la sombra de un árbol, que hacia que todo se viera aun más oscuro y turbio de lo que era.
En eso la Mary empezó abriendo su billetera y arreglando el lugar en sí, a ella le habian enseñado y era entre las que estábamos, la que más cachaba más o menos del tema, no por probar, por amigos.
Mientras todas ayudábamos con lo que podíamos. La Ana le decía un par de consejos, la Mandi sostenía algunas cosas y yo, yo alumbraba con mi celular linterna, que esta vez no lo odie y me pareció bastante inteligente, por primera vez.

Tercera, me habían dicho por ahí que ser tercera era mejor.
La Ana, la Mandi y mi turno.
Hasta los pies con una aspirada y todo estaba normal.
Segunda aspirada  y todo seguía normal.
Después de eso no existió tiempo. Se acabo para mí

Bonito es el día que acaba de empezar, Bonita la vida respira respira respira.

De repente el ambiente tomo una atmosfera de sueño, como cuando ves borroso y al mismo tiempo nítido, pareces entenderlo todo y todo te parece tan in entendible.
Ahora correr me era más fácil, no caminaba, me desplazaba flotando de un lugar a otro, podía creer que podía y lo hacia.
Sonó mi celular, ocupé todo mi cráneo para no hablar de lo bien que me sentía, de lo feliz que estaba en ese momento y de lo grandioso que era el mundo ahora que estaba allí. Respondí las preguntas y colgué. Seguía en lo mío.

Corrí y corrí, aunque no fuera carrera, lo hice y lo disfrute.
 Llegue al final y la reja se me venia encima, retrocedí. Y nos tiramos al pasto, al verde y terso pasto, que se movía enérgicamente o eran los latidos de mi corazón que iban tan fuertes que sentía como si temblara, y el epicentro fuera esa misma placita.
Al mirar el cielo pudimos notar que las estrellas se alejaban unas de otras, no se querían tocar entre ellas, pretendían ser las únicas en el firmamento, aspiraban ser los personajes principales de la historia del cielo. Mientras nosotras las apreciábamos  desde el suelo firme, que yo lo sentía de esponja.
Estaba en el pasto y todo era tan hermoso, tan bueno, tan mierda.
Una felicidad tan grande, causada por una estupidez.

Entonces, fue así como escape de mi ciudad, aun estando en ella.
Como le gane a los edificios, volé por encima de ellos, navegué por los mares de autos y supere puentes. Sin embargo me quede con el inmenso cosmos azulado anaranjado con estrellas, estrellas vanidosas, esas estrellas que uno solo ve en Santiago.

De triunfo en la casa, seguía feliz y el efecto duro eterno, lo suficiente para aun mantenerme con esa sonrisa de tonta.
Una sonrisa alucinógena que es igual o peor que a una falsa.

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